- El mundo cultural, social, económico y político cambia velozmente –no es novedad- pero estos cambios impactan violentamente a personas, familias y comunidades.
Cada vez es más difícil desarrollar una identidad sólida, al igual que un marco valórico que otorgue sentido a la vida. Con facilidad nos convertimos en objetos de…, productos en función de…; perdiendo la condición y dignidad humana, la esencia que conforma nuestra humanidad.
- El amor en sus distintas dimensiones: de pareja, erótico, parental, fraternal, de amistad, el amor al ser humano y el propio amor a Dios, como vector o impulso fundamental de sentido, constituye la única manera de aprehender al otro ser humano en lo más profundo de su personalidad… y es mediante el amor, que la persona que ama posibilita a la amada que manifieste todas sus potencias y le da importancia y trascendencia.
Muchos aspectos de la vida nos permiten dotarla de sentido: la religión, el amor, la creatividad, la consagración a una causa, el trabajo, educar y aprender, la búsqueda de la belleza, la filosofía, la ciencia, la técnica, el deporte…
- Cuando a una person a se le dificulta descubrir o dotar de sentido a la vida, de un sentido que permita su desarrollo como persona y humanización, aparece el vacío existencial. Esta sensación de vacío, peligrosamente genera comportamientos denominados por los sicólogos “enfermedades existenciales” en que destacan: el hedonismo, el consumismo, el trabajo o el sexo compulsivo, el nihilismo, el vegetar, la sumisión al autoritarismo o al totalitarismo, la violenci a, el consumo de drogas, el consumo excesivo de alcohol, la depresión y la neurosis.
¿No son éstos muchos de los síntomas que padece nuestra sociedad y que debemos revisar profundamente primero en nosotros?